Sedantes, estimulantes, ansiolíticos, tranquilizantes, antidepresivos. Según un flamante estudio cualitativo de la Secretaría para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha Contra el Narcotráfico (Sedronar), el creciente uso indebido de psicofármacos en Argentina se enmarca en un preocupante «fenómeno de medicalización de la vida cotidiana«, que estimula la automedicación y multiplica el número de potenciales adictos.
[quote position=»left»]El «fenómeno de medicalización de la vida cotidiana», que estimula la automedicación y multiplica el número de potenciales adictos[/quote]
«Se están medicalizando mucho los problemas cotidianos y hasta la vida misma. Angustias y malestares que antes no pasaban de allí hoy se medican. Ante la mínima molestia, la respuesta inmediata es tomarse un psicofármaco«, dice la socióloga Cecilia Arizaga. «El psicotrópico se ha banalizado: abandonó la categoría de medicamento para ser pensado y consumido como una pastilla para el estilo de vida, que proporciona al sujeto un alivio rápido a las condiciones de molestia y malestar que acarrea la vida actual en los diferentes ámbitos (laboral, social, afectivo)«.
Más del 10% de las personas de entre 16 y 65 años, el 8% de los universitarios y el 4,4% de los estudiantes de secundaria usan sedantes o estimulantes sin prescripción médica.
Según los expertos, el fenómeno de «medicalización de la vida» está asociado a la subjetividad contemporánea actual. «Tiene que ver con el ideal de sujeto proactivo, obligado constantemente a mejorar su perfomance y a estar siempre a la altura de las circunstancias -explica Arizaga-. Es un signo de época: la presión por la autosuperación, la sensación de que siempre hace falta más. Se medicaliza para el superhéroe«, advierte.
[quote position=»right»]Más del 10% de las personas de entre 16 y 65 años, el 8% de los universitarios y el 4,4% de los estudiantes de secundaria usan sedantes o estimulantes sin prescripción médica[/quote]
Aunque la ley establece que los psicotrópicos deben venderse bajo receta, según la Sedronar «gran parte del consumo se resuelve sin prescripción y otra gran parte se da en el marco de una relación insuficiente con el profesional«. Es decir: aún en los casos donde hay un seguimiento por parte de un médico, «el criterio sobre cuándo y por qué medicar con psicotrópicos no parece estar formalmente instituido«.
«Muchos llegan al consultorio con autodiagnóstico y enseguida piden un psicotrópico. Si el médico les pide tiempo, no vuelven«, dice Arizaga. «La gente no se banca el sufrimiento ni el malestar. Ya no se trata de curar enfermedades: piden que les saquen, y rápido, hasta una mínima molestia. Esa filosofía ha banalizado la medicación«.
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